Cristian Sulub, el comisario más joven de México que rompe paradigmas adultocentristas

Fotobiografía

Cristian Jesús Sulub Bacab, tiene 21 años de edad y es uno de los comisarios municipales más jóvenes de México; una de las primeras decisiones que tomó en el cargo fue literalmente permitir la entrada de mujeres e infancias a las oficinas de la comisaría de San Antonio Tzacalá, en Mérida, México.

 

Texto y fotografías: Javier Escalante Rosado

Siempre le habían dicho que ser jóven era sinónimo de inexperiencia hasta que comenzó a velar por lo derechos de su comunidad; promueve una política democrática que pone al centro a las personas.

Por usos y costumbres, durante las últimas décadas, en esta comunidad –como en muchas de México– quienes tenían la facultad de tomar las decisiones eran los hombres adultos. Visión que claramente no comparte Cristian, pues le apuesta a un estilo de hacer política más incluyente y democrático.

Tzacalá es trata de una comunidad indígena en donde los servicios médicos son prácticamente nulos, no hay instituciones educativas de nivel superior, ni hablar de un sistema de transporte urbano y eficiente. Tiene 850 habitantes, un gran porcentaje habla maya y vive en pobreza. 

El trabajo de Cristian consiste en atender todos los servicios municipales, desde la reparación de una calle o una banqueta, mantener limpios los parques, conseguir medicamentos para personas enfermas, hasta gestionar ambulancias de traslado para una emergencia. 

Parecerían tareas fáciles, pero son demandantes en tiempo y recursos, más cuando se recuerda que Cristian también es estudiante de la carrera de Desarrollo y gestión intercultural y tiene que dividir sus tiempos entre la escuela y el quehacer público. 

Él proviene de una familia sin privilegios, su padre realiza diversos oficios, mientras que su madre es empleada. Sus orígenes y la adversidad le enseñaron la importancia del conocimiento a la hora de defender los derechos humanos. 

Por ello, una  de las primeras gestiones que realizó fue la construcción de una biblioteca municipal que abre todos los días y que está disponible para todas las personas. Este espacio ha servido para reafirmar conocimientos y los saberes de la comunidad. 

Romper estructuras adultocentristas

Cristian representa una nueva forma de hacer política versus el viejo estilo de gobernar en los poblados más apartados. 

“Antes, los comisarios eran hombres mayores que andaban por las calles con la camisa abierta, durante los fines de semana bebían alcohol en las calles, imponían miedo, veían sus propios intereses y pocas veces gestionaban proyectos comunitarios ¿Realmente este tipo de autoridades merecemos tener?”, preguntó, mientras explicaba los motivos que lo llevaron a postularse al cargo, en donde por cierto ganó con más del 50 por ciento de los votos. 

Para él, no basta únicamente con ser el líder de la comunidad, sino de servir y democratizar todos los procesos; de evitar que los conflictos trasciendan, de tratar asuntos de educación, alimentarios, de salud, de “hacer todo lo que esté en sus manos”, agregó. 

“La gente aún duda de los jóvenes, creen que estamos para aprender y no para construir ni aportar, piensan que solo las personas adultas deben participar en los espacios de toma de decisiones, una idea claramente equivocada”, sentenció. 

Sostiene que la idea anterior, lamentablemente ha sido depositada por los mismos adultos a otros jóvenes, quienes creen erróneamente que son incapaces de lograr transformaciones o cambios en su comunidad, cuando es todo lo contrario. 

Con su trabajo quiere demostrar que las juventudes pueden romper los estigmas con los que se han cargado por años, que pueden incidir sin importar la edad. 

Contra el autoritarismo

Considera que estudiar le ha permitido hacerse preguntas acerca de los abusos que comete el sistema, estas interrogantes comenzó a hacerlas en los salones de clases, por lo que considera necesario llevar la educación a todos los rincones del país. 

“Siempre he pensado que la educación no cambia las cosas, pero si cambia a las personas que van a cambiar las cosas”. 

Explicó que otra de las luchas que enfrenta es el machismo, por ello cree que las mujeres deben ser capacitadas para conocer sus derechos y así denunciar cualquier agresión o violencia. 

En ese sentido le apuesta a llevar a feministas que ofrezcan pláticas en los parque a las mujeres, “hay que cambiar el chip a través de la información”, recalcó.

No nacimos para servir

Durante la entrevista, explicó, que su trabajo consiste en luchar contra un sistema autoritario, que por generaciones ha hecho que las poblaciones indígenas ocupen un espacio para el servicio de otros. 

“No importa que hagamos, parece que el destino nos tiene separado nuestro lugar y tenemos que ocuparlo. El hecho de nacer en una comisaría limita la falta de oportunidades en todos los sentidos, ante la carencia, lo más que podemos aspirar a ser, es un constructor, chófer, electricista. Creo que esta dinámica social debe cambiar”, argumentó. 

Por último, dijo que se siente muy satisfecho por lo que ha logrado, y aunque no ha sido tarea fácil lo hace con la mejor de las ganas, a favor de su comunidad.


Esta fotobiografía realizada con el apoyo de la Unidad Global de Apoyo a la Democracia de la Heinrich-Böll-Stiftung Unión Europea forma parte del webdossier Juventudes y derechos humanos. Voces jóvenes en aumento y fue publicado originalmente aquí en inglés.